De la vida real.
Cuando mi familia y yo llegamos a la Argentina “con una mano adelante y otra atrás” recibimos la visita de unos hermanos de la Iglesia. Como es natural, ellos se dieron cuenta de todas nuestras necesidades y tal parece que la señora que nos visitaba, (mujer al fin), le preguntó a mi esposa:
-- Hna. Melba, si le presto una máquina de cocer eléctrica la recibiría.
-- Por supuesto hna.. No tenemos nada de nada y la máquina es una necesidad en una casa.. Le respondió Melba.
-- La máquina es de uso pero está muy buena. Mañana mismo se la traemos. -- le dijo la hermana muy afablemente.
Efectivamente, al otro día la maquina de cocer llegó. Mi esposa Melba estaba muy contenta y comenzó a trabajar.
Mas o menos, a la semana, la máquina se trabó y no trabajó mas. La desarmé y me di cuenta que el porta ovillo se había partido completamente. De primera intensión no me explicaba cómo era posible que esa pieza se hubiera partido de esa forma. Pero analizándola detalladamente noté que la mitad de la rajadura era negra, la otra mitad brillosa. Esto me llevó a deducir que la pieza en cuestión hacía mucho tiempo que estaba partida. Esta partidura correspondía a la parte negruzca y la parte brillosa a la rajadura nueva. Ahora, ¿cómo yo le explicaría a ellos que la máquina ya venía rota si me la entregaron trabajando?
Le dije a mi esposa:
-- Mira Melba, no queda otra que mandarla a arreglar. Que le pongan una pieza nueva y es mejor no decirle nada a ellos. A lo que ella asintió.
El arreglo nos costó bastante y tuvimos que sacrificar lo poco que teníamos para salir del paso. Llegó el día de la devolución, le entregamos su máquina en perfectas condiciones y les dimos las gracias por habernos hecho el favor de prestarnos el equipo.
Conclusión: Me acordé del dicho popular que reza: “El que rompe viejo, paga como nuevo”
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lunes, 22 de septiembre de 2008
LOS PELIGROS DE PEDIR PRESTADO
Publicado por
El pastor Luis E. Llanes
en
15:28
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