De la vida real.
Allá por la década del 70, viviendo nosotros en una ciudad de la parte oriental de Cuba llamada Holguín, de donde es natural mi esposa, tuve que hacer un viaje a otra ciudad llamada Victoria de las Tunas, a uno 270 Kms. de allí. Estando en la Estación Terminal de Ómnibus ya de regreso a mi casa, tuve que esperar bastante tiempo ya que el transporte estaba bastante demorado ese día.
Cuando uno está en un lugar muy concurrido, esperando y aburrido por no poder hacer nada útil, uno se entretiene mirando. Las gentes que iba y venía, uno que otro escándalo de un pasajero con apuros de llegar y protestando en voz alta sin hallar eco en ningún lugar; otro comprando un diario para pasar el tiempo aunque nada que le llama la atención.
En medio del barullo y el gentío se encontraba una señora, con un niño cargado de alrededor 8 meses de nacido. El niño lloraba intermitentemente. Como persistía en llorar, llamó mi atención, de tal forma, que hasta llegué a sentirme un poco molesto por el lloro de la criatura. Al principio pensé que era solamente hambre, o sed. Tuve intensiones de acercarme a la madre y preguntarle que si la podía ayudar en algo, pero me retuve.
Tanto llamó mi atención que al cabo de un rato, comenzó a descifrarse delante de mi el enigma del lloro del niño. La madre no hacía otra cosa que fumar y fumar. Ni una chimenea echaba tato humo como aquella mujer. En su estado de desesperación, la demora en ese lugar, el llanto intermitente de la criatura, la ponía mas nerviosa y donde único podía disolver aquél estado de ansiedad era en el cigarrillo.
Entonces comencé a pensar y me dije interiormente:
-- Ah, yo sabía que algo le molestaba a esa criatura. El humo del cigarrillo le afecta y por eso llora.
Sentí lástima por la criatura. Me dieron deseos nuevamente de llamarle la atención a la madre y decirle que dejara de fumar, que la criatura no podía aguantar la cantidad de humo que expelía por su boca, pero me retuve nuevamente, no fuera a ser que cometiera un error.
Pero el problema seguía, sin embargo en un momento determinado observé la secuencia del lloro de la criatura. El niño lloraba, no precisamente cuando la madre fumaba, sino cuando la madre terminaba un cigarrillo y se demoraba en encender otro.
Efectivamente, cuando la madre fumaba el chico se aplacaba, cuando dejaba de fumar lloraba. Era al revés de lo que yo había pensado.
La criatura se había convertido en un adicto pasivo al tabaco y tan fuerte era el vicio contraído en sus pocos meses de nacido, que el llanto se tornaba como en una voz que clamaba por satisfacer las ansias que producía la adicción en su organismo.
Nunca se me ha olvidado esa escena, nunca un hecho, pasado por alto de todo el mundo, aparentemente insignificante, ha marcado tanto me mente. Nunca una escena cotidiana me ha enseñado una lección tan objetiva de lo que es la adicción a un vicio, de las consecuencias que implica el consumo de esos elementos tan nocivos.
La pregunta que viene a mi mente es: ¿Cuántos padres en el mundo hay, que sin sentido de responsabilidad y para satisfacer sus propios deseos, están exponiendo a su familia a tan nociva práctica?.
El tabaquismo es el vicio popular y social oficialmente legalizado. Su práctica es de carácter mundial. Lamentablemente ya no es una adicción de viejos. Tanto jóvenes como niños, hombres y mujeres están dados a este vicio; que si por una parte es altamente nocivo para la salud, es uno de los vicios más repugnantes y maloliente que haya existido.
Pero esto no se aplica solo al cigarrillo, cualquier otro tipo de vicio. Los vicios entran sutiles, se posesionan imperceptiblemente, tienen la capacidad de convencer por medio de una filosofía barata como: “Estas son cosas de hombres”, “Para ser hombre tienes que…”; “todo es un cuento, no hace daño…”; “solo es para divertirse…”, “yo lo hago pero no me vuelvo adicto…”, etc, etc.
Sin embargo, cuando atrapa, NO SUELTA, ESCLAVIZA Y MATA.
¿Quién esta detrás de todo esto? Satanás, que precisamente vino para “matar, hurtar y destruir?. Solo el poder libertador de Cristo es capaz de romper esas cadenas y proveer del placer mas grande del Universo: “El gozo de la salvación”.

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lunes, 22 de septiembre de 2008
TABAQUISMO INFANTIL
Publicado por
El pastor Luis E. Llanes
en
15:56
Etiquetas: De la vida real: Tabaquismo infantil
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