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Anécdotas

lunes, 22 de septiembre de 2008

EL CABALLO DE RAZA Y EL ROCÍN

El tío de Ernesto quiso premiarlo por sus buenas calificaciones y conducta durante todo ese año. Él sabía que Ernesto era fanático de los caballos. Le gustaba ver las carreras en el hipódromo. En una ocasión había tenido la oportunidad de comprarse uno con sus ahorros. El caballo era un rocín, solo comía y comía, no había esperanzas de él, pero no quería deshacerse del caballo porque le había tomado cariño y lo utilizaba para todo, pero rendía poco.

Esto hizo que el tío de Ernesto se decidiera a comprarle un caballo de de raza, de carrera, con cualidades excepcionales y muy brioso. Fue una alegría tan grande cuando, en el día de su cumpleaños. Ernesto tuvo la sorpresa de ver en el corral, aquél hermoso ejemplar equino, de tal forma que no podía creer lo que estaba viendo.

-- ¡Qué hermoso caballo, Tío, ¿es para mi?!.-- Le habló Ernesto.
-- Sí, Ernesto, es para ti. Aquí lo tienes. Es un caballo que satisface toda necesidad en la finca y aún es capaz de volar como el viento y ganar cualquier carrera. – Le respondió su tío.

Ernesto no cabía de la felicidad, por fin tenía lo que necesitaba, el caballo de sus sueños,
Lo cuidaría, lo alimentaría y usaría adecuadamente para resolver los problemas de la finca y que el rocín no podía resolver.

Todos los que llegaban a visitar a Ernesto, no hacían otra cosa que exclamar: ¡Qué caballo más hermoso!; ¡Qué caballo mas ligero!; ¡Qué capacidades tan excepcionales tiene este caballo!. En fin, hasta el mismo Ernesto resaltaba y reconocía las cualidades de su nueva adquisición.

Pero Ernesto estaba muy apegado a su rocín, no quería deshacerse del rocín. Aunque malamente y con poco provecho, le gustaba más usar a su rocín; hecho que no le permitía ver avances sustanciales en todo el quehacer de la finca, pero al fin y al cabo, era un caballo. Esto motivó, que el caballo de raza se convirtiera solo en un objeto de reconocimientos y alabanzas, pero no lo utilizaba para nada. Llegó a descuidarlo y toda aquella capacidad equina comenzó a disminuir. El descanso continuado, la falta de ejercitación de sus capacidades equinas fueron menguando hasta llagar así al colmo de la inutilidad y al olvido.

Alguien dijo, que el caballo de raza, murió encerrado en su corral por la soledad, la inasistencia, la tristeza; incapacitado por la falta de uso, mientras Ernesto seguía aferrado a su rocín, que aunque caballo también, pero de poco provecho por naturaleza.

Moraleja: MUCHAS CAPACIDADES ÚTILES Y NECESARIAS SE PIERDEN, NO POR FALTA DE RECONOCIMIENTOS, SINO POR INDIFERENCIA Y FALTA DE USO.

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