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Anécdotas

sábado, 6 de diciembre de 2008

La Niña y el chabchito

Vivíamos en el campo pastoreando una Iglesia. Allí nos adentramos con la vida campestre: con los sembrtados, con los animales, con las plantas y sobre todo con las gentes. Los campesinos llevan una vida sencilla y son muy sinceros y fieles en el servicio del Señor, y fue allí, en ese ambiante y de boca de uno de esos hermanitos que escuché la siguiente ilustración. Dice así:

Había una nenita a la cual su papá le regaló un chanchito el día de su cumpleaños. Muy contenta, lo primero que hizo fue pedirle a la mama que le hiciera una camisita para el chachito, un lazo de colores y algunos adornos mas. Ella quería que su chanchito fuera un chanchito diferente a los otros. Así que, cuando todo estuvo preparado, lo primero que hizo fue bañarlo, vestirlo, adornarlo, perfumarlo y lo colocó en el portal de su casa sobre una alfombra, de colores también, de tal forma que era la admiración de todos los que por allí pasaban.

Pero un día, en la tarde, mientras el chanchito descansaba en su alfombra, comenzó a llover. El agua caía a raudales y por donde quiera se hizo un charco de agua, había fango por doquier, el barro abundaba y cuando el chanchito sintió el olor al fango, surgió dentro de él ese instito natural que lo atraía a ese ambiente y dejando su alfombra de colores, no importándole su camisita, su perfumito, su lacito, corrió y en el primer charco que se encontró, allí se revolcó. ¡Felicísimo se sentía el chanchito!, ¡se sentía en su ambiente!.... y allí estuvo hasta que la niña salió y cuando lo vió en aquella condición, muy enojada, tomó al chanchito por el lazo todo sucio, lo llevó al baño y allí lo regañaba:

- ¡No te dije que te cuidaras. No te dije que no te ensuciaras!. ¡Ahora te voy a vestir nuevamente y no quiero que salgas del portal de lo contrario te voy a encerrar en un corral!.

Con la misma, lo coloca sobre su alfombra y vuelve a entrar a la casa. Pero al poco rato, el chancho estaba, nuevamente, revolcado en el barro.
La niña se echó a llorar porque no sabía como hacerle entender al chancho que no debía volver al barro. En eso, se le aparece el Ada Madrina y le pregunta a la niña:


-Qué te pasa, por qué lloras?

A lo que la niña contestó:

-Es que tengo este chachito que me regalaron. Lo baño, lo visto, lo perfumo y cada vez que ve un charco de agua, allí va a embarrarse nuevamente y no sé que hacer.

Entonces el Ada Madrina le dice:

-El asunto es que el chanchito tiene conrazón de chancho, y el corazón de chancho lo empuja al barro, pero vamos a cambiarle el corazón de chacho por un corazón de oveja y todo queda rasuelto.

Efectivamente, el Ada Madrina tocó con su varita al chanchito y le dió un corazón de oveja. Desde ese momento el chanchito no se revolcó mas en el barro y la niña se sintió muy feliz.
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Aplicación: El hombre, en su estado naural y sin regenerar es impelido al pecado, aún cuando se proponga no cometerlo. Ni los consejos, no las acciones buenas son capaces que cambiarlo y transformarlo. Solo cuando Cristo viene al corazón del hombre, solo cuando Cristo cambia la naturaleza pecamonosa del hombre, solo cuando Cristo regenera al hombre, es que éste queda libre del pecado y sus consecuencias.

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