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Anécdotas

domingo, 8 de febrero de 2009

Cuando Dios Salvó a Alba de la muerte

Dios salvó de la muerte a Alba
Estábamos de pastores en el Bo. De la Víbora, La Habana. El salón del templo daba a un amplio corredor por donde los transeúntes iban y venían, después venía la acera, y después la Avenida 10 de Octubre. Esta es la avenida mas larga de la Habana. Comienza en el Malecón, frente al mar, cuando entra en el Bo. 10 de Octubre toma su nombre y por ahí sigue sin cortar y se introduce en la Provincia partiendo otros barrios lejanos. Una avenida de doble circulación y como arteria principal, saturada de vehículos de toda clase que iban y venían velozmente. Los transportes locales no se quedaban atrás, tenían que vencer la distancia en tiempo justo y esto hacía que para ganar el tiempo perdido por los embotellamientos y demora de la subida de pasajeros, aprovechaban las avenidas para adelantar. Entre el ruido de motores, el “smok”, el ir y venir de las gentes hacía del lugar, un lugar enloquecedor y peligroso. Nosotros vivíamos en la parte de atrás del salón. O sea que para entrar en la casa pastoral había que atravesar a través de todo el salón, desde el frente hasta la puerta trasera, la cual daba acceso al living de la casa. Pero ni eso nos salvaba, hasta allá llegaba todo.
Justo, al frente del edificio, pero en la acera de enfrente había una parada de los transportes locales, lo que hacía que se formaran filas de estos transportes, invadiendo parte de la calle y como muros, en ocasiones, impedían el paso de una acera hacia la otra.

Ahora bien, mi hija Alba, en aquél entonces tenía 9 años. La escuela a la cual asistía estaba, al doblar la esquina, pero por detrás de la casa. O sea, que ella no tenía que cruzar a nada la avenida. Diariamente iba y venía. Todo acera, por lugares poco transitados, o sea no había peligro ninguno. El vecinito del frente, de su edad más o menos, iba a la misma escuela de ella y estaba en la misma aula de ella. Él si tenía que cruzar, de ida y vuela a la escuela, la calle peligrosa, pero él ya estaba acostumbrado a ello y no se le hacía ningún problema hacerlo.

El asunto es que este chico era sumamente travieso y siempre se estaba metiendo con sus compañeritas, haciéndoles la vida imposible. Entre esas compañeritas estaba Alba.
En ocasiones Alba venía dándonos quejas por las cosas que le hacía. En ocasiones el chico le gustaba tirarle piedras a las chicas. Pero ese día, parece que Alba estaba harta de del chico. Se decidió, pues, ir a la casa de éste para darle las quejas a la madre. Cruzó la calle sin inconvenientes, tocó a la puerta de la casa, pero nadie le abrió. Ofuscada y frustrada viró para cruzar la avenida de regreso a la casa. Justo había algunos ómnibus levantando pasajeros, no había visibilidad y cruzó, sin pensar, por el frente de uno que estaba estacionado... en eso, un ómnibus, que no tenía parada allí, venía se topa con Alba, el chofer cuando la ve, para no arrollarla da un giro a la izquierda, golpea a Alba por la cabeza con el costado del vehículo, Alba cae al suelo y se golpea la frente y la barbilla y queda tendida en el suelo, en un charco se sangre.

Nosotros estábamos en la casa. Justo mi padre estaba de visita en la casa y charlábamos amenamente, cuando en eso oímos la gritería de las gentes. Pero no le dimos importancia a aquello, hasta que sentimos que golpeaban la puerta. Fui rápido a ver que pasaba. En la puerta estaba el almacenero del almacén de al lado algo asustado y nervioso. Cuando le abrí me dijo:
- Tu hija, tu hija….
- Mi hija ¿qué?... – Le pregunté
- Un ómnibus acaba de arrollarla y la han trasladado al policlínico. - Me contestó

Cuando miro a la calle, pude ver su maletita, un zapato y un charco de sangre.
En esos momentos llega mi esposa y me pregunta:
- ¿Qué pasó?
- Alba fue arrollada por un ómnibus, mira…. – Le contesté
Fui a la calle, y allí me contaron que un señor, cuando la vio desangrándose, no pudo contenerse y fue hasta la niña a percatatarse de su estado. Cuando vio que respiraba, la levantó y en un automóvil que pasaba por allí, le llevaron al policlínico mas cercano.
Posteriormente, otro auto me llevó hasta el policlínico. Entro al local y oigo, desde adentro, el lloro de Alba, algo que trajo un tanto de alivio a mi corazón. En esos momentos, después de haberle dado los primeros auxilios, la sacaban en una ambulancia para el Hospital Pediátrico, en donde estuvo internada tres días y medio y de donde, por la gracia y la misericordia de Dios, salió recuperada y fuera de peligro.

Mi esposa testifica que en el momento en que se dio cuenta de la gravedad del accidente la embargó una paz y una tranquilidad profunda, a pesar de la escena tan desagradable que se veía en la calle. Realmente todos creían que Alba había muerto, pero por la gracia de Dios, El la salvó porque él tenía un plan y un propósito de ella y el diablo no iba a frustrar los planes de Dios.

Pero no todo queda ahí. Y esto que relato es la parte mas importante de todo este drama.
En la Iglesia que pastoreábamos había una hermana llamada Margarita Canel que había dado un viaje a Holguín para pasarse unos días con su familia. Ella nos contó, que ese día por la madrugada, ella tuvo un sueño un poco raro pero que la impactó.
Cuenta que ella se veía volando sobre nuestra casa. Ella nos veía a nosotros y se daba cuenta que faltaba uno de nuestros hijos, pero que no podía definir cuál de ellos era.
Por la mañana, al levantarse, sentía una carga tremenda por nosotros, de tal forma que sintió orar y ayunar para interceder por nosotros. Ella estaba a 800 Kms. De nosotros, ajenos a lo que nos pasaría, pero Dios, que todo lo sabe, le reveló a esta hermana la situación embarazosa por la que íbamos a pasar. Toda esa mañana se la pasó en ayuno y oración. Cuanta que alrededor de la una de la tarde comenzó a sentir una paz profunda, una tranquilidad del Espíritu y dejó de orar.
Nos dimos cuanta que, justo, a esa misma hora, el médico me había comunicado que Alba estaba fuera de peligro.

Esta experiencia marcó nuestras vidas de una forma tremenda. Hoy, después de muchos años, cuando contemplamos a nuestra hija consagrada al servicio de Señor, siendo usada por Dios con un ministerio de enseñanza poderosísimo, nos damos cuenta de cuánto hubiera querido el Diablo haber terminado con su vida. Lo que no entendió Satanás, ni lo entenderá nunca es que, cuando Dios tiene un propósito con una persona no hay nadie que pueda frustrar esos planes. ¡LA GLORIA SEA PAARA EL QUE VIVE POR LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS! AMÉN.

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