En estos días, una conversación con alguien me hizo recordar una anécdota que, realmente, no sé a quien se la oí y muchos menos dónde fue que la escuché. Lo cierto es que nunca se me olvidó y hoy quiero recogerla en este anecdotario para honrar al creador anónimo de ésta. Dice así:
Había una señora, anciana, que diariamente, por las tardes se sentaba en el portal de su casa para distraerse, saludar a los vecinos que pasaban frente a ella y para ver a uno que otro chico jugueteando en la calle..
Junto a ella, su inseparable “mejor amigo del hombre”. Echado junto a su sillón, atado y con las riendas de la mano de la anciana hacia su trabajo de fiel guardián. En frente de la casa, una cerca de hierro, con su reja a la entrada, rodeaba el jardín impidiendo que animales inoportunos lo estropeara.
El perro mostraba su fidelidad a su trabajo siempre que alguien venía a la casa. No hacía mas que oír el chirrear de la verja, cuando se levantaba en son de batalla, ladrando, para atacar al “intruso”. Pero, justo, cuando el perro reaccionaba a lo que él creía que era un peligro para su ama, ésta, tomando el bastón en la mano, lo descaraba fuertemente en la cabeza y, el perro, medio aturdido, frenaba sus ímpetus echándose nuevamente al lado de su señora dueña. Llegó el momento que el perro ya no reaccionaba al sonido de la verja.
Un día, descansando placenteramente en su portal, se siente chirrear la reja, entra un desconocido, penetra rápidamente en la casa, robó, se fue y el perro no reaccionó.
Tantos golpes para controlar al perro, que este por temor, ni se movió del lugar donde descansaba.
Pensando en esta anécdota pensaba que Dios le ha dado al hombre un “perro guardián” que desaprueba sus malas acciones y aprueba sus buenas acciones. Este guardián se llama “conciencia”. Éste está alerta e intranquiliza al hombre cuando hace lo malo, sin embargo, el hombre ha desoído tanto a la voz de su conciencia, que ésta ya no responde cuando las cosas andan mal. Su conciencia se insensibiliza a tal extremo que el hombre llega a cometer los pecados mas terribles sin sentir ningún reproche.
La Biblia califica a este tipo de conciencia como “una conciencia cauterizada” , “corrompida” a causa de la práctica consuetudinaria del pecado. Son insensibles a la voz de Dios cuando les habla y colocan una barrera entre ellos y Dios.
Sin embargo la misma Palabra nos habla de aquellos que tienen “limpia conciencia” y solo estos son los capaces de percibir la luz roja, desaprobando lo malo y la luz verde aprobando lo correcto ante Dios.

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sábado, 23 de mayo de 2009
La Anciana y su perro guardián
Publicado por
El pastor Luis E. Llanes
en
12:34
Etiquetas: Imaginarias pero con moraleja: La Anciana y su perro guardián
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