Estando viviendo en Primer Paso, Municipio de Nueva Paz, pasamos una de las peores pruebas a nivel familiar. Mi esposa Melba, de buenas a primeras se le presentó una enfermedad llamada Pancreatitis Aguda Hemorrágica, enfermedad que, según el médico, de mil casos uno solo se salvaba.
Según la ciencia, no están bien establecidas las causas de su origen. La opinión mas común es que es producto de la acumulación de sulfato de magnesio en el páncreas. Pero los síntomas son evidentes: Mucho decaimiento, nauseas, pesadez en los ojos, y otros síntomas raros que solo la persona que pasa por eso puede experimentar pero no explicar.
Aunque algunos síntomas lo achacaba al exceso de trabajo, sin embargo, no paraba; seguía dándole el frente a sus responsabilidades hogareñas. Un lunes por la mañana se puso a lavar se sentía mal. Ella acostumbraba a tomarse dos aspirinas cuando se sentía así y en esa mañana se tomó dos, lo que produjo una crisis aguda que hubo que llevarla urgente al hospital de Nueva Paz, donde la tuvieron toda la noche, pero no le hicieron nada. La mandaron para la casa en esas condiciones. A medio día del martes, el Hno. Emilito, enfermero del Hospital de Güines y miembro de la Iglesia, llegó a la casa para preguntar por Melba. Cuando la vio se dio cuenta de la gravedad en que estaba y urgentemente llamó al Hospital para que mandasen una ambulancia del Hospital de Nueva Paz, donde había pasado toda la noche sin que la viesen.
Mi esposa al principio se negó. Le dijo que ella no se iba a mover mas de la casa para que no la viese ningún médico. Pero él le dijo que la iban a llevar al Hospital de Güines, de donde él era enfermero.
Llegó la ambulancia, Olguita, nuestra hija menor la acompañó hasta el Hospital de Guines, donde le dieron los primeros auxilios. Yo llegué después. En esos momentos le estaban haciendo una punción del lado del páncreas donde había mucha sangre derramada. Cuando el doctor termina, me dirijo a él y le pregunto:
- Doctor, ¿cómo está mi esposa?.
A lo que me contestó:
- Tu esposa está grave y hay que trasladarla para la Habana.
- Pero, ¿se salvará?- Le pregunté
- No te doy seguridad, en estos cosas de mil se salva uno.
Yo regresé para Primer Paso, pero con con confianza de que ella iba a ser esa ese “uno”.
Fui al pueblo de Vegas, que estaba a dos kilómetros de donde yo vivía y puse telegramas a los pastores pidiendo oración por ella y Dios comenzó a obrar. Al otro día, cuando fui a la Habana a verla, en el hospital donde estaba internada, me la encontré ya diferente con mejor ánimo, de tal forma que a los cuatro días ya estaba fuera de peligro.
Si llega a demorar un día mas, mi esposa hubiera muerto.
Dios envió al Hno. Emilio Moreno, justo a tiempo para que mi esposa recibiera la atención urgente que recibió y en esa forma pudiera salvar su vida. Él tiene muchas formas para obrar, Él no se limita y la forma en que hace las cosas, siempre es la mejor.
Esto sirvió de testimonio del poder de Dios.
Tiempo después, según nos contó el Hno. Emilio, el médico que la atendió le preguntó a él:
- Emilio, ¿por fin murió la señora de la pancreatitis?
- No, al contrario, se recuperó rápidamente y esta en su casa hace tiempo.
El médico no podía creer lo que Emilio le decía y tuvo que reconocer que se había producido el milagro número mil en ella.
Regresó a la casa en Primer paso para recuperarse para el viaje que pronto daríamos a la Argentina. El médico le recomendó que se cuidara, porque había quedado con un quiste de 35 mms. en el páncreas. Estos quistes no son operables. Cuando pudimos llegar a la Argentina, ella traía ese quiste. En este caso comenzamos a orar para que Dios eliminara por completo este quiste. Dios comenzó a obrar de una forma progresiva pero efectiva.
En los controles que tenía que hacerse, cuando le hacían la ecografía pertinente, el quiste aparecía disminuido, hasta que desapareció por completo, de tal forma que mi esposa quedó libre, completamente de esa enfermedad.
Podemos testificar, para la Gloria de Dios, que si Él no hubiera intervenido en esta enfermedad y hubiera puesto su mano sobre Melba, a estas alturas, tiempo ha que estuviera en el otro mundo.
¡TODA LA GLORIA Y TODA LA HONRA SEA PARA EL QUE VIVE PARA SIEMPRE!

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jueves, 5 de febrero de 2009
Cuando mi esposa se enfermó
Publicado por
El pastor Luis E. Llanes
en
17:29
Etiquetas: Testimonios de fe: 3. Cuando mi esposa se enfermó
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