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Anécdotas

jueves, 5 de febrero de 2009

El cumpleaños de Alba

Corría el año 1974 cuando Alba, la hija mayor cumplía 10 años. Recuerdo aquella tarde de enero y en vísperas de su cumpleaños, que en el living de la casa se acercó a nosotros y nos preguntó: Papi, ¿me van a celebrar el cumpleaños?. En esos momentos había dos problemas: 1ro. No era fácil celebrarle el cumpleaños a un niño, ya que todo lo que se vendía en el mercado estaba racionado y no era fácil conseguir los materiales para hacer una torta en la casa. Por otra parte para conseguir una torta por la tarjeta de racionamiento había que comunicarlo con suficiente tiempo antes del cumpleaños y entonces, de acuerdo a las posibilidades de la entidad que se encargaba de estas cosas, colocaban, en el almacén donde nos pertenecía comprar, la torta, unos caramelos y una caja de 12 refrescos (gaseosas). El otro problema era que no teníamos dinero para comprar esos elementos.

En esta situación mi esposa mandó a Alba al almacén para que averiguara si había llegado el alcohol, pues no tenía con qué prender la cocina a querosén que teníamos. Cuando Alba llega del almacén a la casa le dice a su mamá: -- Mami ya llegaron los caramelos del cumpleaños.

Entonces mi esposa le dijo unas palabras que se constituían en un desafío de fe y le dice: -- -- Hija, Dios puede suplir el dinero el dinero para comprar la torta los caramelos y los refrescos. En ese ínterin, mi esposa se dirige a la puerta, atravesando el salón del templo ya que se le había olvidado algo mas que averiguar en el almacén, y cuando abre la puerta, justo, cronometradamente, en ese momento, una señora, vestida de blanco como una enfermera, saluda a mi esposa y le pregunta: -- Señora ¿usted es de aquí? , a lo que mi esposa le contestó: -- Si. Inmediatamente, y sin decir mas nada, introduce su mano en el bolsillos de su bata, (guardapolvo) saca algo y lo coloca en la mano a mi esposa. Cuando mi esposa reaccionó, la mujer ya había desaparecido y ni las gracias le pudio decir.
Cuando abrió las manos, la misteriosa mujer le había dejado veinte pesos.

Mi esposa, con una alegría tremenda me llama, llama a Alba y nos dice: -- Ya el Señor suplió para comprarte la torta, los caramelos y los refrescos del cumpleaños. Y mostrándonos el billete dimos gracias a Dios por su fidelidad al satisfacer aún los deseos infantiles de nuestra hija.

La Biblia dice en el Salmo 145:19: “Porque Jehová cumplirá el deseo de los que le temen”.



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