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Anécdotas

lunes, 27 de julio de 2009

El automóvil roto y el extraño

Esta anécdota se la escuché a mi padre una tarde de esas que, sentados en el living de la casa, acostumbrábamos a charlar de cualquier cosa que viniera a la "mano". En dos balances, uno sentado frente al otro, balanceándonos suavemente, aunque no me acuerdo el contexto que dió origen a esa anécdota, me contó lo siguiente:

"En una oportunidad un hombre iba en su automóvil FORD T. Esto, cuando comenzaron a salir los primeros automóviles de combustión interna. Su automóvil se paró, dejó de funcionar y cansado de darle "manija" al auto para hacer arrancar al motor, no hubo manera de echarlo a andar. Levantó el capó y no halló nada anormal. Casi exhausto y desmayado iba a continuar su viaje a pie, cuando se aparece otro vehículo. El chofer bajó de su auto y le preguntó que qué le pasaba. -- "Que mi auto no quiere arrancar"... le contestó. El hombre se cercó al auto roto, levantó el capó, y después de unos minutos mirando y analizando, le hizo unos ajustes a unos cables, y dijo al dueño del auto roto: "Arranque ahora su uto" . Cuando el le dió el primer "manijazo" al auto, este salió andando como de fábrica.
-- ¿Quién es usted? - - Le preguntó extrañado y sorprendido el dueño del auto roto
-- Yo soy Henry Ford, el creador de ese auto."

Después de mucho tiempo, y reflexionando sobre estas palabras, me doy cuenta que el hombre en su estado actual, no es mas que un auto viejo que necesita reparación y que el mismo hombre no sabe arreglar.
Es necesario que Dios, el Creador de todas las cosas, incluyéndonos a nosotros, como mecánico espiritual, dé el toque que cambie nuestra condición y restaure lo que nosotros mismos hemos roto.

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