La Anciana Necesitada

Hace dos días me visitó en mi hogar un matrimonio pastoral. El tiempo de charla fue muy edificante, antes de retirarse nos unimos en oración y oramos los unos por los otros y, tanto ellos como nosotros, nos sentimos muy bien. Realmente la confraternidad y amistad ministerial es hermosa.

Recuerdo que el pastor visitante me contó una historia (realmente no le pregunté si era una anécdota de la vida real o una ilustración creada para enseñar una verdad) pero de todas formas, sea como sea, ilustra como Dios, de una forma milagrosa suple a sus hijos. La anécdota es como sigue:

“Había una anciana cristiana que era muy pobre. Esa mañana salió para ver si de alguna

forma conseguía lo que necesitaba para su sustento. Llevaba un papel en sus manos con algo anotado. Llegó a un almacén, y le rogó encarecidamente al almacenero:

-- Por favor, señor, pudiera usted darme algo de mercadería para poder comer hoy.

El almacenero le negó la ayuda y no quiso darle nada. Pero allí había un hombre rico que, mirándola con desdén, y para burlarse de ella le dijo:

-- Oye, anciana, yo te voy a ayudar, coloca ese papelito que vienen en la mano en la balanza y echa en la pesa todo lo que quieras hasta que la balanza marque justo en el medio.

La anciana tomó un bolso y echó en éste todo tipo de mercadería  y colocando el papelito en la otra parte de la balanza colocó el bolso en la otra parte, pero esta no cedía, quedaba siempre arriba. Trató de echar algo mas pero ya no cabía. Tomó su bolso y dando las gracias lo llevó, casi arrastrándolo.

El hombre como el almacenero se quedaron asombrados por lo que había sucedido, y como la anciana había dejado el papelito en el platillo de la balanza, por curiosidad lo tomaron para ver que decía. Para sorpresa de ellos el papelito decía: “Señor, suple en este día todo lo que necesito”.