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Anécdotas

martes, 22 de febrero de 2011

El Hombre a Caballo

 El hombre iba a caballo, se sentía extenuado, cansado y sobre todo con mucha sed. Su caballo casi se resistía a caminar por aquél desierto árido, inhóspito, candente y sofocante. De pronto, a lo lejos vio árboles. Por regla general, en esos lugares desolados, junto con la casa, siembran árboles para refrescar el ambiente del calcinante desierto. Apuró al caballo, quien instintivamente, percibió también que su situación habría de cambiar pronto. Cuando llegaron encontraron una casa deshabitada y casi desolada y al frente un  pozo de agua, que por su apariencia, parecía que hacía tiempo que no se utilizaba.
Esperanzado, el jinete bajó de su caballo, y comenzó a bombear para sacar agua. Estuvo un rato dando manija, pero nada. Volvió, nuevamente, con la esperanza que la necesidad le exigía, pero nada. Se sentó un rato, y mirando a su alrededor vio, semioculta, una botella con agua.

_ ¡Aquí está mi salvación!.    Dijo.

Iba a tomarse el agua, cuando vio  escrito en la etiqueta algo. Leyó: “Para sacar agua del pozo, debe echar esta agua en el cebador. Por favor, dejarla llena para el que venga atrás”.

El hombre vaciló por un momento:

_ ¿Y, si no echa agua la bomba, ¿qué voy a tomar?, y, si me tomo el agua ¿qué es de mi caballo?.

Estuvo unos minutos evaluando la situación, y por fin tomó la decisión de echarle agua al cebador y comenzó a bombear nuevamente. Dale, dale que dale. Parecía que nada iba a suceder pero persistía hasta que, de pronto, comienza la bomba a echar un hilito de agua. Siguió dándole a la palanca, hasta que un torrente de agua fresca emanaba por la boca del tubo.
Tomó agua él, le dio a beber al caballo, llenó su cantinflora, y como indicaba la inscripción de la botella, dejó la botella llena de agua para el próximo caminante que apareciera.

Esta anécdota nos enseña algunas cosas aplicables a la vida espiritual:

1ro. Siempre debemos tener en cuenta las instrucciones para lograr los objetivos.
2do. NO debemos dejarnos tomar una decisión bajo la presión de la necesidad, sino debemos reflexionar antes de tomar la decisión.
3ro. No son nuestros sentimientos, o nuestra necesidad las que deben impulsarnos a tomar decisiones, debemos permitirle a la mente y a la razón que nos ayude a ver la solución.
4to. No solamente debemos pensar en nosotros, en nuestras necesidades, en nuestros problemas, debemos pensar también en aquellos que siguen nuestros pasos para que, bajo las mismas circunstancias ellos también pueda recibir los beneficios de la bendición.



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